El Che: una imagen, un símbolo...
Sentado desde uno de los asientos del colectivo alcanzo verlos subir. Dos niños de 9 años quizás pero con las miradas características de quienes han visto un poco más que los niños de su edad, llevan una peculiar sonrisa en un fresco día de sol por las calles tucumanas.
Uno a uno recorren los asientos entregándoles a los pasajeros una estampita de algún santo, como lo hacen a diario miles de niños en trenes y colectivos de las ciudades capitales de provincia, Buenos Aires, el conurbano bonaerense, o en otras ciudades Latinoamericanas.
No se sus nombres, ellos ahora son parte de un recuerdo que plasmo en estas líneas. Uno llevaba impresa sobre su remera la imagen inmortalizada de Ernesto Che Guevara, aquella clásica foto/icono de este gran hombre y sobre sus espaldas un dibujo del documento de identidad de este revolucionario sin fronteras.
Uno a uno recorren los asientos entregándoles a los pasajeros una estampita de algún santo, como lo hacen a diario miles de niños en trenes y colectivos de las ciudades capitales de provincia, Buenos Aires, el conurbano bonaerense, o en otras ciudades Latinoamericanas.
No se sus nombres, ellos ahora son parte de un recuerdo que plasmo en estas líneas. Uno llevaba impresa sobre su remera la imagen inmortalizada de Ernesto Che Guevara, aquella clásica foto/icono de este gran hombre y sobre sus espaldas un dibujo del documento de identidad de este revolucionario sin fronteras.
No puedo explicar las múltiples sensaciones que acudieron a mi mente tras ver esa escena... Quizás hasta una lágrima cayó sin previo aviso en ese instante... No puedo o quizás si...
Impotencia.
Esa es la palabra que resume en gran parte todo.
Entonces llega mi turno de bajar del ómnibus.
Es difícil transitar este arduo camino que es la vida. Es duro continuar esta cotidiana lucha por sobrevivir en esta inmensa jungla donde falta dignidad y tantas otras cosas, pero al menos tengo alguna certeza:
No estoy sólo en esa lucha...
Etiquetas: Miradas y Reflexiones